¡Tachán tachán! Éstas son algunas de las principales Leyes del Reparto, que (al menos en mi caso) se cumplen a rajatabla. ¡Qué duro es ser repartidor!
Ley #1: A mayor esfuerzo, menor recompensa.Caso A: Vas a repartir un par de calles más abajo (a 1 minuto escaso de la tienda), a un 1er piso con el ascensor en la planta baja. Cuando llegas a la puerta, una señora muy educada te tiene preparado el dinero exacto, con monedas y billetes de todo tipo. Te soluciona el problema del cambio para el resto de la noche y, cuando ya te despides y te dispones a darte la vuelta, te suelta 2 € de propina que hasta te da reparo aceptar.
Caso B:Tienes que llevar un pedido a la otra punta de la ciudad (a más de 15 minutos). Llamas al portero automático pero nadie responde. Llamas al tío por teléfono y te dice que no funciona el portero y que llames a algún vecino para que te abra. Después de despertar a un matrimonio de ancianos que te mandan a freír monas, consigues entrar y... ¡JA! Descubres que es un 5º sin ascensor. Cargado con cuatro pizzas familiares, dos enrollados, cuatro latas de cerveza, un litro de fanta naranja y una mochila de Naruto, subes trabajosamente hasta la quinta planta. Intentando que no se te caiga nada, te las apañas para llamar al timbre. Casi un minuto más tarde aparece el tío con el que hablaste por teléfono. Le das el pedido y te paga con un billete de 50€ para el que, por supuesto, no tienes cambio. De modo que bajas los cinco pisos y buscas un bar para cambiar el billete. No te dan cambio. Buscas otro, ídem. En el tercer bar, consigues por fin cambio. Vuelves a la casa del cliente. Despiertas a otro vecino para entrar, subes otra vez cinco pisos y llamas al timbre. Le das el cambio al capullo del cliente, que lo coge sin decir nada, y, cuando abres la boca para despedirte, el tío te da con la puerta en las narices.
Ley #2: El tiempo necesario para efectuar un reparto aumenta exponencialmente a medida que se acerca la hora de salida.Variante: El tiempo necesario para efectuar un reparto es directamente proporcional a la urgencia que tengamos por acabarlo.
Caso A: Segundo pedido de la noche. Te toca ir a repartir a un cliente que no vive muy lejos. Según hemos visto en la Ley de Murphy #1, te suelta unos centimillos de propina y se muestra bastante amable. No se produce ningún incidente por el camino. Tiempo estimado de reparto: 12 minutos.
Caso B: Último pedido de la noche. Faltan 15 minutos para tu hora de salida. Has quedado para ir al cine, de modo que tienes el tiempo justo para volver, guardar la moto, hacer la liquidación de pedidos y cambiarte. Te toca repartir al quinto coño. El tío no ha llegado a casa. Cuando aparece, diez minutos más tarde, no te da ni un duro. Vuelves. La moto se para. Intentas arrancarla: no funciona. Andas un poco con ella... finalmente consigues hacerla funcionar, justo cuando el semáforo más pesado de la ciudad se pone en rojo. Llegas a la tienda. Buscas las llaves del garaje pero no aparecen. Por fin las encuentras y guardas la moto. Haces cola para liquidar (entregar el dinero de los repartos). El encargado tiene algún problema con la liquidación del repartidor que va delante de ti (y que salía media hora después que tú) y tarda diez minutos. Liquidas. Te cambias. Sales de la tienda 45 minutos más tarde de lo previsto. Te vas a casa a ver la tele.
Ley #3: (Esta ley complementa la #2) La urgencia por salir de trabajar es directamente proporcional al volumen de trabajo.Caso A:No tienes absolutamente nada que hacer. No has quedado con nadie y no tienes prisa por salir; es más, te vendría bien quedarte media hora más porque andas un poco apurado de pasta ese mes. Te echan a tu casa una hora antes de tu salida normal.
Caso B: Estás hasta la polla de todo y te quieres ir. Has quedado con tus amigos para hacer el maratón de pelis de El Señor de los Anillos y estás deseando salir de la tienda y ponerte tu disfraz de Gimli el enano. Un maremoto de pedidos descomunales azota la tienza. Las chicas del teléfono no dan abasto. Se colapsan las líneas de teléfono. Sales una hora tarde.
Ley #4: En un edificio de 10 plantas, 98 de cada 100 veces, el ascensor se encontrará en el último piso.Caso A:Vas a entregar un pedido a una Entreplanta. El ascensor está en la planta baja.
Caso B: Vas a entregar un pedido a un Octavo. Uno de los ascensores está ocupado (subiendo, claro), el otro está en el último piso.
Ley #5: No importa los aspavientos y piruetas que hagas, los detectores de movimiento que encienden las luces no funcionarán.Caso A: Entras en un edificio construido hace 20 años, sin gilipolleces técnicas de ningún tipo. Pulsas el interruptor: la luz se enciende. Ningún incidente.
Caso B:Entras en un edificio construido hace unos meses. Como un imbécil, buscas a tientas el interruptor de la luz: no hay. Tras deambular como un gilipollas por todo el portal, el sensor te ve y la luz se enciende. Montas en el ascensor. Mientras esperas, la luz se apaga 4 veces.
Ley #6: La generosidad del cliente es inversamente proporcional a su poder adquisitivo.Caso A:Vas a repartir a casa de una familia normal. Te tratan amablemente. Ningún incidente. Probablemente te dejen los 30 céntimos de vuelta.
Caso B: Vas a repartir a uno de los pisos más lujosos de la ciudad: un dúplex inmenso que incluso tiene piscina en el ático y cancha de tenis. El cliente, una señora enjoyada hasta la médula que apesta a Channel nº 5 no sólo no te deja ni un duro, sino que encima discute contigo porque la segunda pizza le ha salido por 2 € en lugar de gratis y pretende que tú se lo descuentes. Intentas explicarle que no se lo puedes hacer, porque tendrías que poner tú el dinero y ella te insulta, te llama ladrón y te da con la puerta en las narices.
Como veis, amigos míos, ¡ser repartidor es más duro de lo que parece! ¡Sed buenos y dejad propina! xD